El presidente estadounidense Barack Obama anunció el 24 de noviembre que está decidido a “terminar el trabajo” en Afganistán. Un objetivo loable, pero que carece de todo sentido si antes no se es capaz de definir claramente a qué se refiere con “terminar” y con “el trabajo”. De momento, a falta de mejores ideas, se va a optar por la forma tradicional: incrementar la fuerza bruta.
Si quieres ver el resto del texto, puedes hacerlo en el diario digital Pensing o la versión en inglés con todos los enlaces en Worldwide blog (English).
Afghan National Army soldiers practice firing during a NATO training. Photo: U.S. Army Sgt. Matthew Moeller, 5th Mobile Public Affairs Detachment
Gracias al blog Checkpoint Jerusalem, descubrí esta semana el corto “1983”. El argumento de la cinta gira en torno a qué pasaría si para entrar a ver una película te hicieran pasar los mismos trámites que en el aeropuerto israelí de Ben Gurion. Cuando Dion Nissenbaum le preguntó al director que por qué se llamaba “1983” su obra, él respondió: “¿Qué viene detrás de 1983?”. El corto en sí seguro que les resulta familiar a los que hayan pasado por allí.
Lo cierto es que los controles del Ben Gurion pueden desquiciar a cualquiera. Recuerdo el caso de un anciano judío ruso que me comentaba que nunca más volvería a pisar Israel entrando por el aeropuerto internacional. También conozco casos en los que los interrogatorios se han demorado durante horas -perdiendo el vuelo- e incluyendo búsquedas con guantes de látex e inspecciones para las que era necesario desnudarse casi por completo. Los trámites son tan farragosos que en los propios hoteles te recomiendan ir al aeropuerto con varias horas de antelación.
En el caso de los periodistas, es aún peor. En mi última visita al Ben Gurion, un fotógrafo francés freelance que iba en la cola unos cinco espacios por detrás de mí se vio de repente rodeado por cinco agentes de seguridad que comenzaron a acosarle a preguntas. Su chaleco de prensa y su mochila de fotografía no le ayudaron.
Es obvio que los periodistas nos vemos sometidos a un mayor control debido a nuestra profesión, e intentar pasar desapercibido no siempre cuela. Las búsquedas en la ropa de restos de explosivos o las preguntas sobre si hemos visitado otros países de la zona o si conocemos a algún palestino, son comunes. Por eso no es recomendable llevar los contactos de la gente de Nablús, Ramallah o Jenín en el móvil. Y normalmente, el viaje del control de equipajes al avión lo haces con escolta.
Afortunadamente, hay veces que el trámite se convierte en una divertida manera de pasar el rato.
En esa misma ocasión, cuando me tocó pasar el control al fotógrafo gabacho ya se lo habían llevado a alguna sala, con lo que todo el mundo tenía ojos preparados para el resto de nosotros. Mi cobertura como turista comenzó a flaquear cuando la guapa oficial examinando mi equipaje vio mis cámaras, lentes y demás utensilios de trabajo. Al instante me hizo sacar absolutamente todo mi equipaje. Todo. Incluso lo que hubiera en los bolsillos de los pantalones que iban en la mochila.
Cuando llegó al bolsillo lateral, empezó a sacar todo lo que allí había y a ponerlo sobre la mesa. Eso incluía varios condones, casi una caja entera -apenas tuve tiempo de usarlos, pero nunca se sabe-, que a medida que iban saliendo iban sonrojando a la chica. Y a medida que ella se sonrojaba, esto iba provocando en mí una sonrisa pícara. Con más vergüenza por su parte que por la mía, el registro terminó muchísimo antes de lo previsto, metiendo apresuradamente la ropa de nuevo en la mochila.
Tuve suerte. Pero no siempre es así. Lo curioso del asunto es que la razón oficial de los registros es para la propia seguridad del viajero. Como por ejemplo, la obsesión por ver todo lo que haya comprado, no siendo que le hayan metido una bomba que hace tic-tac en el recuerdo de Jerusalén. Pero lo cierto es que el proceso deja bastante que desear. Y lo que es peor, tras unas cuantas experiencias similares, te das cuenta de que no sirve de nada.
De hecho, como Dion Nissenbaum afirma, es difícil creer que los controles del Ben Gurion se hagan por razones de seguridad. Empiezas a pensar si es que lo que realmente se busca no es molestar e incomodar a los viajeros -especialmente árabes y periodistas entre otros. O peor aún, obtener una base de datos para inteligencia.
A partir de ahora vamos a ver multitud de vídeos como éste. Un sumario de la primera década del siglo XXI, los hechos más importantes de estos dos lustros -en su mayoría, importantes para Estados Unidos- y otras cosas por el estilo. Éste de Newsweek, es el primero.
Hezbollah podría estar rearmándose para un posible conflicto con Israel, según informan los diarios The Observer (Reino Unido) y Haaretz (Israel). La noticia llega una semana después de que Israel apresara un barco cargado con cientos de armas personales y cohetes que el estado hebreo considera iban destinados a la milicia chií libanesa.
El resto del artículo, lo podéis encontrar en mi primera colaboración de, esperemos, más por llegar, en el nuevo diario digital Pensing.
Hoy 9 de noviembre se cumplen 20 años de la caída del muro de Berlín. El final del “Mauer” fue mucho más que eso. Como símbolo que era, su derrumbe propició el fin de una era y la remodelación no sólo de Berlín y Alemania, sino de toda Europa.
También hoy en Palestina, cerca de 300 manifestantes (según los organizadores) se han reunido en el pueblo de Ni’lin para protestar contra un muro actual, el construido en Cisjordania por Israel. Los manifestantes, usando herramientas de mano y emulando a los berlineses en 1989, han derribado uno de los bloques de cemento de ocho metros de altura que forman la barrera. El ejército israelí ha respondido con gases lacrimógenos. Aquí está el vídeo.
- Teherán se prepara para perder su status como la capital iraní.
- Una excelente colección de datos sobre la piratería en todo el mundo: todos los ataques de piratas en 2009 (datos brutos). Más de la mitad del total corresponde a Somalia.
- Los experimentos del ejército estadounidense con LSD y otras drogas. Para que digan que no hay hippies en el ejército...
Por segunda vez en dos meses, un barco cargado de armas y asaltado por Israel ha saltado a las portadas de los periódicos. Esta vez, sin embargo, el país hebreo no acusa a Irán de ser el destino de las armas, sino su origen. Comandos israelíes abordaron la semana pasada un carguero que se dirigía a Siria en aguas internacionales frente a las costas de Chipre. El barco fue redirigido al puerto de Ashalon donde oficiales de aduana, el Shin Bet y el ejército descargaron cientos de cajas con armas personales y cohetes y granadas anti-tanque.
El efecto dominó a lo largo y ancho de la región no se hizo esperar. Israel acusó a Hezbollah de ser el destinatario de la carga; pero Hezbollah lo negó casi antes de que Israel terminara de decirlo. Después, Israel acusó a Irán de ser el proveedor y a Siria de ser los intermediarios; y ambos países niegan las acusaciones -para más sorna- con una rueda de prensa conjunta en Teherán. Obviamente, Israel no se cree las palabras de los ayatolás y el primer ministro judío, Binyamin Netanyahu, acusa a Irán de crímenes de guerra -qué fácil le resulta a Israel acusar a otros de lo que es tan complicado de reconocer para ellos mismos- y ve las armas como una prueba más contra Teherán. Algo a lo que los iraníes responden con un consíguete otro hobby y déjanos en paz...
Varios analistas árabes ya han destacado que lo que realmente trata de hacer Israel es sólo una distracción para desviar la atención del informe Goldstone. Pero lo cierto es que la interceptación de este cargamento de armas viene en la misma semana que Hamas ha efectuado las pruebas de un nuevo cohete con mayor alcance capaz de alcanzar Tel Aviv. Cohetes que, según Israel, son una transferencia de conocimientos de Irán y Siria.
Ningún día mejor que hoy, cinco de noviembre, para comentar la polémica formada en torno al BNP en Reino Unido. El British National Party, un partido de extrema derecha cuyas líneas políticas se basan en los “anti-“ (anti-islamista, anti-homosexual, anti-inmigración), tuvo la semana pasada sus quince minutos de gloria y alguno más en la televisión pública británica. El programa fue visto por más de ocho millones de personas y las críticas no se han hecho esperar.
La polémica comenzó mucho antes de que la entrevista al líder del BNP, Nick Griffin, se ejecutara. Varios manifestantes anti-fascistas llegaron a asaltar la sede de la BBC para protestar e intentar detener la entrevista. Políticos de todo el espectro electoral protestaron enérgicamente a la cadena pública por dar voz a un partido que ha sido acusado en el pasado de homófobo, racista e incluso de estar conectado con organizaciones nazis y paramilitares.
Nada de eso detuvo el tren de Griffin. El líder del BNP pudo explayarse abiertamente sobre por qué niega el holocausto o por qué considera que Londres ha dejado de ser una ciudad británica para verse invadida por extranjeros -aunque parte de razón en esto sí que tiene.
Los resultados fueron inminentes. Aparte de un empujón considerable al ya de por sí hinchado ego de Nick Griffin, el BNP aumentó considerablemente en intención de voto. En una encuesta realizada inmediatamente tras el programa, un 4% afirmó que “definitivamente” le votaría en las próximas elecciones, un 3% lo consideró “probable” y un 15% como “posible”.
Hay que recordar que hablamos de un partido que en 1995 obtuvo un 0,7% de los votos, pero con trayectoria ascendiente -en las pasadas elecciones europeas obtuvieron por primera vez un escaño. El BNP afirma que tras el programa tuvo un record de afiliación esa noche, con más de 3.000 nuevos miembros que se unieron a sus filas.
Por eso, antes esta perspectiva, no veo día mejor para recordar el discurso de “V” en “V de Vendetta”, en contra de un mundo muy posible en el futuro cercano si los votantes británicos comienzan a apoyar a Griffin. Si acaban como en la película, los culpables los deberán buscar cada mañana en el espejo. Es ahora cuando deben decidir si quieren ese mundo de la película o no.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha presentado hoy en Cerro Muriano (Córdoba) el RG-31 Nyala ante los medios. El blindado llega tarde, pero al menos llega. La entrega de los primeros vehículos se retrasó varios meses en los que el incremento de la insurgencia en Afganistán ha creado un intenso debate en torno a la seguridad de las tropas españolas desplegadas allí.
En realidad, el RG-31 es una demanda de los mandos españoles desde hace tiempo. Los BMR usados hasta ahora, pese a las sucesivas mejoras implementadas, son totalmente ineficaces contra los explosivos improvisados (IED por sus siglas en inglés) que usa la insurgencia Talibán. El Nyala (gacela, en afrikaans), sin embargo, es capaz de resistir el impacto de la detonación de hasta dos minas antitanque.
Eso no quiere decir que, como afirma la ministra Chacón, el RG-31 sea “el más moderno y seguro” de la misión de la ISAF. Los principales ejércitos operando bajo el mando de la ISAF usan ya estos blindados u otros mejores desde hace años. Estados Unidos lleva la iniciativa en este campo. La experiencia en Irak con los IED llevó al Gobierno estadounidense a investigar una mejor manera de proteger a las tropas. El resultado fueron los vehículos antiminas, o MRAP.
Las primeras unidades del Nyala están ya en Afganistán, donde empezarán a sustituir a los BMR a medida que lleguen. Los envíos comenzaron hace un mes y el pasado fin de semana se completó la primera unidad. Sin embargo, poco más cabe esperar de momento; concretamente 20 unidades más. El grueso de los 61 RG-31 que España mandará a Afganistán llegarán en Febrero y Marzo, con el relevo de soldados previsto para entonces. Trece más irán destinados al Líbano, mientras que los 26 restantes del total de 100 comprados permanecerán en España para tareas de formación.
Por supuesto, el envío por fin de los Nyala junto con el aumento del contingente español al millar de soldados va a ir unido a una mayor responsabilidad. Estadounidenses, británicos, canadienses y holandeses han llevado hasta ahora el peso de las labores de combate en Afganistán, mientras el resto de los integrantes de la ISAF -incluida España- se limitaban a labores de reconstrucción y apenas se aventuraban más allá de sus bases. Sin embargo, la expansión de la insurgencia a zonas antes seguras (como el norte y el oeste del país) va a hacer que estos refuerzos lleguen en el momento preciso para las tropas españolas.
Y el hecho de enviar ahora en otoño esas primeras unidades tampoco es casual. Es de prever que en invierno los ataques disminuyan, como ha pasado en años anteriores. Los Talibán invernan, como los osos, para despertar en primavera ávidos de acción. No porque deseen dar tregua, sino porque las ya de por sí inaccesibles carreteras afganas se tornan imposibles de transitar cuando el termómetro desciende.
Hasta entonces nos venderán que el nuevo equipamiento y las nuevas tácticas del general McChrystal (al mando de la ISAF) están surtiendo efecto, que todo va a mejor en Afganistán y que es cuestión de tiempo acabar con la insurgencia. Hasta que la nieve se derrita y la verdad vuelva a aflorar. Eso sí, hay algo que no tiene visos de cambiar. Dudo mucho que para entonces ya sí que desde el ministerio de Defensa se atrevan a llamarlo guerra.
Afghan National Army soldiers practice firing during a NATO training.
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