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Sunday, June 30, 2013

La superpotencia que viene (II)




Como decíamos la semana pasada, China tiene todos los ingredientes para convertirse en una gran potencia. Ya lo es a nivel regional. Pero la duda continúa sobre si podrá erigirse también como una superpotencia mundial.

La definición tradicional de superpotencia ha estado normalmente ligada a un ejército poderoso. Y ahí a China le queda mucho camino por recorrer.

En los últimos años -y sobre todo desde 2011- China ha impulsado varios proyectos militares de gran envergadura. Entre ellos están por ejemplo los aviones que tiene en desarrollo, entre los que están el J20 y el J31.

Estos dos prototipos convierten a China en el único país, junto con Estados Unidos, que posee dos modelos de aviones de quinta generación. Rusia, tercer y único otro país en posesión de esta tecnología, sólo tiene un modelo en desarrollo. El resto, ninguno.

Pero nada ejemplifica más una superpotencia que su capacidad de proyección de fuerza. Ahí es donde entran en acción los submarinos y sobre todo, el portaaviones que la armada china (PLA) está desarrollando.

Ambas plataformas son la punta de lanza de cualquier ejército moderno. Son las que permiten desplegarse con rapidez en cualquier lugar del mundo y es de lo que hasta ahora carecía el ejército chino.

Aun le quedan muchos años de desarrollo por delante como para poder siquiera acercarse al potencial estadounidense. Pero el mero hecho de sentar las bases de un poder militar tiene a más de uno preocupado en Washington.

Aunque tampoco es que China parezca que quiera seguir el modelo militarista de Estados Unidos y Rusia. Seguramente sus fuerzas armadas aumentarán sus salidas al exterior a medida que aumenta la influencia China. Pero principalmente será para maniobras y para misiones humanitarias -algo que no pudieron hacer durante el tsunami de 2004 pero que aprendieron a tiempo para el desastre de Fukushima.

Esta estrategia encaja bien con el enfoque de poder suave (soft power en inglés) que China ha ejercido históricamente y ejerce hoy en día en África, Latinoamérica y Asia. Un poder que se puso a prueba en Libia, cuando se vio obligada a evacuar a la larga población de expatriados chinos que trabajaban allí extrayendo gas.

Su alta demanda de recursos y energía le ha hecho salir por el mundo a encontrarlos. Mongolia, Australia, Venezuela o Uganda son algunos de los países que se han beneficiado del soft power chino con contratos comerciales.

El caso del país africano resulta especialmente llamativo. En un país donde hasta hace nada la infraestructura era inexistente, hoy se abren paso en medio de la jungla anchas autopistas de seis carriles. Incluso los presentadores de Top Gear se sorprendieron al verlas. Es el regalo chino a África a cambio de sus recursos.

Pero China se está atreviendo a jugar también en el terreno agresivo. Y cuando hablamos de economía, las multinacionales serían los portaaviones y las agencias de rating los submarinos.

El gigante asiático ha empezado a imponerse también en estos ámbitos. Las compañías chinas llevan años introduciéndose en el mercado occidental, ya sea mediante expansiones geográficas (como la introducción de productos chinos en el mercado europeo) o adquisiciones (como la de Volvo).

Por su parte, en mayo China creó su primera agencia de rating junto con Rusia para contrarrestar a Moody’s y S&P, estadounidenses y criticadas -también desde la Unión Europea- por ser sesgadas y pro-americanas.

Sin embargo, si el gigante asiático quiere de veras convertirse en un dominador global, aun tiene varias asignaturas pendientes que debe aprobar.

El principal problema que tiene China es el mismo que le ha permitido crear tanto y tan rápido: es el país de la copia. En los comienzos de su desarrollo, copiar les ha servido a los chinos para empezar con ventaja. Sin embargo, se han acostumbrado a ello.

Un tema recurrente entre los expatriados en China es la falta de imaginación de sus subordinados locales. Saben acatar órdenes y saben copiar, pero son incapaces de crear.

Su iniciativa se reduce con una generación que ha crecido al abrigo de no tener que pensar nada, sólo hacer ingeniería retroactiva o seguir las instrucciones de unos planos robados de un servidor o comprados en condiciones cuestionables. Algo que se ve agravado por la censura en Internet.

Por supuesto hay gente que innova, pero los resultados son… dudosos, siendo generosos. Los mejores productos chinos a día de hoy siguen estando basados en otros proyectos. Cuando China sea quien tenga que ir en vanguardia, se va a encontrar con un serio problema.

El resto del mundo además ahora se protege mejor contra las copias. Un empleado de una empresa aeronáutica española me comentaba cómo en la segunda visita de potenciales inversores chinos tuvieron que aislarles para que no pudieran ver o copiar nada. Llegaron al extremo de bloquear las ventanas de la oficina que daban a la planta de ensayos y desconectar los ordenadores que prestaron a los chinos de la intranet de la empresa.

El problema del déficit energético, por otra parte, va a frenar su industria. Pese a la gran inversión prevista en centrales nucleares, para mantener el nivel actual de crecimiento en la producción, China necesitaría aumentar en un 50% el consumo de carbón. Algo que va a suponer dificultades tanto medioambientales como económicas.

Asimismo, muchos chinos siguen pensando hoy en día que el mejor futuro para sus hijos está fuera. Sin mentalidad ganadora es difícil crear un país líder. A ello se le une una población envejecida y que cada vez lo va a estar más. Las políticas de un solo hijo han puesto en peligro el relevo generacional chino.

Pese a todo ello, e incluso aunque sólo sea por peso demográfico, China está llamada a tener un papel relevante en lo que queda de este siglo. Sus élites lo saben y por eso están preparando el terreno a nivel militar. Por el contrario, América sigue distanciándose de su papel de policía mundial que le había caracterizado hasta ahora.

También está pasando a nivel político. China se está aventurando en asuntos que antes no le importaban, como el conflicto entre Israel y Palestina. Inmiscuirse en un asunto regional tan alejado de su área de influencia es un claro signo del papel dominador que China está llamada a ejercer y ejercerá. Lo quiera o no Estados Unidos.

Sunday, June 23, 2013

La superpotencia que viene (I)




El ocaso de Estados Unidos como superpotencia solitaria se vislumbra ya en el horizonte. China llega apretando con fuerza. En algún momento entre 2015 y 2020 -según a quién acudamos- el gigante asiático se convertirá en la primera economía mundial.

En un tiempo donde los soldados han dejado paso a los brokers de la bolsa y las invasiones territoriales a las adquisiciones de empresas, eso significa poder y control.

Ha sido un camino relativamente corto para China. A nivel económico la evolución ha sido exponencial. Allá por 2003, China era la sexta economía mundial. En 2004 superó a Francia. En 2006 a Reino Unido. En el 2009 cayó Alemania. Y en 2011 Japón cedió la medalla de plata.

A día de hoy, China lidera el ranking de población. Pero también el de conexiones a internet, consumo energético por cabeza y parque automovilístico. Estos factores -su enorme población y su mercado interno- es lo que ha permitido al país crecer a un ritmo de media en torno al 10% anual.

Este crecimiento ha ido de la mano del incremento del nivel de vida de los chinos. De media, sus salarios han crecido un 10% anual desde 2006.

Algo similar ha ocurrido con el desarrollo de la industria. En veinte años ha visto pasar a un ritmo acelerado una revolución industrial que en Europa y Estados Unidos duró más de 200 años. Hoy en día es la mayor fábrica de todo tipo de artículos de alta tecnología.

A ello ha contribuido una masiva migración del medio rural a las ciudades. 120 millones de chinos han dejado atrás los campos para pasar a engrosar las plantillas de las fábricas en enormes ciudades con la población de países enteros.

También ayuda el hecho de que China controle la producción de metales de tierras raras, unos elementos imprescindibles para todo tipo de dispositivos, desde teléfonos móviles a lavadoras.

Esta explosión económica y de desarrollo acelerada ha ocasionado estampas peculiares. Tiene tintes extremos. Como buenos copiadores, los chinos cogieron lo que quisieron del sistema capitalista -su economía- y lo que quisieron del comunista -su organización administrativa- creando un cóctel peculiar, único y a veces, salvaje.

La herencia comunista hace que la burocracia china sea temida, especialmente por los expatriados que trabajan allí. Es una mezcla de reglas comunistas mezcladas con tímidas aperturas liberales que resulta un laberinto difícil de navegar. Por otra parte, esa misma burocracia hace que la economía capitalista a veces tenga que moldearse alrededor de supuestos estúpidos o salvajes.

Una clara muestra de ello son las “nail houses” (casas clavo). En los 60, el gobierno comunista podía expropiar terrenos a su antojo pagando compensaciones muy bajas. Con la introducción de leyes de propiedad privada en 2007, los propietarios ganaron cierto poder de negociación.

Ello llevó a situaciones estúpidas. Por toda China hay ejemplos de residentes que se negaron a vender sus casas y los constructores edificaron desde centros comerciales hasta carreteras a su alrededor.

Una de las cosas que los chinos han aprendido a hacer extremadamente bien es protestar. A veces sus voces se oyen, otras veces no.

En los últimos años el tema medioambiental ha sido un foco continuo de protestas: el agotamiento de los acuíferos, la polución del aire o los “pueblos cancerígenos” son sólo algunos ejemplos. Quizás no siempre había detrás una motivación ecológica, sino económica, pero de un modo u otro han estado presentes.

A ello se han unido las denuncias por corrupción, violaciones de los derechos humanos y la lucha por los derechos civiles, un campo donde el artista Ai Weiwei ha sido su máximo portavoz en los últimos años.

Los avances, sin embargo, tanto en medio ambiente como derechos humanos han sido tímidos. Ambos son un daño colateral que el gobierno chino está dispuesto a asumir si con ello consiguen progresar. No así en temas de corrupción, donde China empieza a actuar con algo más que palabras.

De puertas hacia adentro, China se ha preocupado de dejar claro a sus ciudadanos que su importancia mundial se ha incrementado. Los mega-proyectos arquitectónicos como el de la mayor presa del mundo, el ferrocarril a mayor altitud o uno de los puentes más largos del mundo han puesto a China aun más si cabe en el mapa.

Pero no sólo de cemento se nutre el orgullo chino. Desde que en 2008 alojara los Juegos Olímpicos, China ha pasado a controlarlos en la última edición de Londres. Asimismo, parte militar, parte civil, su programa espacial autóctono es una hazaña de la que muy pocos países pueden presumir.

Al aumento de prestigio se le ha unido el del nivel de vida. Los mayores salarios han hecho de los chinos los turistas que más gastan fuera de sus fronteras y, por tanto, los más deseados -aunque también sean los más problemáticos.

China tiene todos los ingredientes para convertirse en una gran potencia. Ya lo es a nivel regional. Pero la duda continúa sobre si podrá erigirse también como una superpotencia mundial.

Friday, June 21, 2013

Turquía y Brasil: las conexiones y las diferencias

Miles de kilómetros los separan. No comparten el idioma, la cultura, la religión o un pasado colonial común. Pero a pesar de ello, Brasil y Turquía están revolviéndose a la vez. Ambos movimientos ciudadanos toman prestados inspiración y trasfondo de movimientos como el 15M y la Primavera Árabe y han florecido y están cobrando impulso desde Río hasta Estambul. ¿Qué los diferencia y que los une?

Diferencias

De dónde vienen y a dónde van
Brasil y Turquía no han estado nunca en el centro de atención global. Siempre han sido importantes potencias regionales, pero carecían del apoyo de un actor mundial importante como la Unión Europea. Sin embargo, en los últimos diez años ambos países han adquirido relevancia y poder económico propio y ahora puede luchar de igual a igual con la UE (Turquía) o incluso en un escenario global (Brasil).

Ahora bien, mientras que Brasil es mucho más independiente para actuar, Turquía debe mirar con lupa sus acciones si quiere ingresar en la UE. La violenta reacción contra las protestas no ha mejorado el prospecto de adhesión para los turcos.

La chispa que encendió la llama
En Brasil siempre ha sido sobre el dinero. Todo comenzó con un alza de 10 centavos en los precios del transporte público. Pero la protesta pronto creció para englobar a la frustración generalizada por toda una serie de cuestiones económicas, desde los altos impuestos a los gastos derrochadores de dos eventos deportivos (Mundial de Fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016). Algo tiene que ir tremendamente mal para que los brasileños protesten por el fútbol.

Gas lacrimógeno; made in Brasil, usado en Turquía
En Turquía siempre ha sido acerca de la defensa de la laicidad. Puede que la chispa de los disturbios fuese la propuesta de arrancar algunos árboles para reconstruir el área en un centro comercial -o una mezquita. Pero en lo profundo de las demandas de los manifestantes está el temor a una islamización del gobierno de Erdogan. Las recientes leyes aprobadas con restricciones a la venta y la publicidad de alcohol y un intento de limitar el acceso de las mujeres al aborto son raíces más profundas en las protestas que las propias raíces de los árboles en Taksim.

Los dirigentes de los países
El Primer Ministro turco Recep Tayyip Erdogan se ha convertido en el blanco de las iras de los manifestantes. Le culpan a él y a su partido culpan de sus políticas islamizantes. La respuesta de Erdogan ha sido una represión más fuerte contra los manifestantes. Se ha convertido en una lucha muy pública: Erdogan y su partido contra un gran número de otros grupos que incluyen ecologistas, partidarios de los derechos LGBT o independentistas kurdos, entre otros.

Por otra parte, Dilma Rousseff, una ex guerrillera de izquierdas que fue encarcelada y torturada durante la dictadura de 1964 a 1985 en Brasil, elogió las protestas por plantear preguntas y contribuir al fortalecimiento de la democracia en Brasil. A diferencia del líder turco, Rousseff sigue siendo popular entre muchos de los manifestantes.

Epicentro vs dispersión.
Turquía tiene una clara centralita de su descontento: plaza Taksim. En Brasil, está un poco más distribuido. Sao Paulo y Río han llevado a cabo manifestaciones multitudinarias que viajaron a través de la ciudad. En el caso de Turquía, ha sido una lucha -literalmente hablando- por el control de la plaza de Taksim en Estambul, el símbolo de la protesta y donde todo comenzó.

Similitudes

Las protestas comenzaron fuera de la capital
Todas las revoluciones anteriores se formaron en las capitales del país. Teherán, El Cairo, Atenas, Madrid... Tanto Brasil y Turquía tienen capitales administrativas que no son la principal ciudad del país. Y para ambos, no fue en las capitales, sino en aquellas otras principales ciudades donde comenzó todo. Río de Janeiro y Sao Paulo en Brasil y Estambul en Turquía han sido desde el principio las cabezas de playa para sus revoluciones.

Una creciente clase media...
Las economías de rápido crecimiento en Brasil y Turquía han creado una nueva clase media que antes era muy pequeña. Esta nueva clase media está mejor educada, mejor informada y es más ambiciosa. El problema es que las esferas altas de las sociedades turca y brasileña han ganado mucho más poder adquisitivo que las clases medias, ampliando así la brecha. Esto es lo contrario al caso de España y Grecia, donde nadie ha ganado poder adquisitivo (aquí se trata de un caso donde unos -la clase media- han perdido más que otros -las clases altas).

...pero también creciente desigualdad
A pesar del crecimiento económico, el índice de Gini se ha hecho más grande para los dos. Esto demuestra la creciente desigualdad a la que la población de Turquía y Brasil se enfrentan. La brecha entre los que más tienen y los que menos tienen es cada vez más amplia, y la escala se extiende tanto que el espacio para la clase media está en peligro.

La represión policial contra manifestantes
Ambos disturbios se han encontrado con duras medidas policiales por igual. Porras, cañones de agua, balas de goma y gases -lacrimógenos y espray de pimienta- han sido utilizados por los gobiernos para reprimir las manifestaciones. En un episodio de retorcida ironía, los manifestantes turcos descubrieron que los botes de gas lacrimógeno utilizados por la policía turca se hicieron en Brasil.


Ambas fuerzas policiales han sido también fuertemente criticadas por el uso excesivo de la fuerza. En Turquía, el sindicato de la policía dijo que al menos seis policías habían cometido suicidio debido a la tensión a la que estaban siendo sometidos. En Brasil, el video de un policía que se niega a reprimir a los manifestantes y es despedido en el acto por su superior se ha convertido en un hit de YouTube.

Sunday, June 16, 2013

Los viejos hábitos son difíciles de erradicar




Vivimos en un mundo radicalmente opuesto al de la Guerra Fría. De hecho, es un periodo de tiempo que para todos ha quedado atrás. No más temor a un holocausto nuclear. En las películas de Hollywood, los malos son ahora terroristas árabes y no soldados comunistas.

También la era de la carrera armamentística se ha dejado atrás. No sólo los arsenales nucleares están disminuyendo. Los ejércitos en general están cambiando sus prioridades. Reino Unido ha dejado de poner su énfasis en submarinos nucleares. Rusia va por el mismo camino con sus submarinos.

La guerra ha cambiado. Ya no se necesitan grandes ejércitos para luchar con otras naciones, sino drones para atacar a distancia, vehículos acorazados que resistan minas caseras y tácticas antiguerrilla con ejércitos más compactos.

Ni siquiera Estados Unidos quiere ser un policía del mundo como hasta ahora ha hecho. Su intervención en Libia fue a la par que la francesa. En Malí sólo aportó medios auxiliares. Y de Siria no quiere ni oír hablar.

Claro que una cosa es querer abandonar viejos hábitos y otra bien distinta hacerlo. Todavía quedan vestigios de la Guerra Fría que están bien activos. El más interesante es el caso del espionaje.

Durante los 90, el avance de la tecnología hizo que las agencias de espionaje decidieran gastar menos en información de fuentes humanas y más en ojos digitales. Los satélites les daban toda la información que creían necesitar. Sin embargo, el 11-S cambió el panorama y desde entonces los espías están viviendo una segunda juventud.

El último episodio con la captura de un espía americano de la CIA en Moscú ilustra que poco ha cambiado. Llevaba varias pelucas, una brújula, un bloqueador de interferencias (papel de aluminio) y como único elemento del siglo XXI, un teléfono móvil.

Anna Chapman
No es el único caso de espionaje reciente. En Londres, la muerte del ex agente del KGB Alexander Litvinenko ha dado pie a algunos a pensar que sus antiguos jefes estaban detrás del envenenamiento con polonio.

Mucho más sonada fue la captura de Anna Chapman y otros nueve espías rusos en Estados Unidos. Chapman pasó inmediatamente a convertirse en una celebridad.

Una faceta mucho menos reportada es la vuelta de los vuelos de reconocimiento. Durante los 60, los 70 y los 80, aviones rusos y estadounidenses rozaban o incluso llegaban a meterse en espacio aéreo extranjero. Una especie de juego del gato y el ratón, cuya finalidad eran comprobar si las defensas del otro estaban alerta o no.

Rusia ha vuelto a hacerlo varias veces desde 2012. Bombarderos de largo alcance asoman esporádicamente por el ártico y prueban la paciencia de sus vecinos. A ese respecto, Suecia ha suspendido el examen. No ha sido la primera vez que aviones rusos han entrado en su espacio aéreo y los suecos no han sabido responder a tiempo.

Esta estrategia probablemente forma parte de otra guerra solapada que se empieza a gestar: la batalla por el Ártico. Pero esa es una historia para otro día.

Sunday, June 09, 2013

El drama de los desplazados




El año pasado se batió un nuevo  record en cuanto a desplazados internos por la violencia. En total, 28,8 millones de personas han tenido que dejar sus hogares en todo el mundo escapando de conflictos armados. Siria y Congo encabezan la lista.

La situación de los desplazados internos es aun peor que la de los refugiados. Para empezar, su número dobla al de los refugiados. A unos y otros les diferencia además el hecho de que los refugiados abandonan su país de origen mientras que los desplazados se quedan en éste.

Sin embargo, esto hace que los desplazados tengan muchos más problemas que los refugiados. Para empezar, su situación es más precaria. Si se trata de una guerra civil, como por ejemplo en Siria, corren el peligro de verse atrapados por el mismo horror del que huyen y volver a vivir el infierno de tener que escapar de nuevo.

Además, los refugiados gozan de cierta protección internacional de la que los desplazados carecen.

De los casi 29 millones de desplazados internos, una quinta parte (6.5 millones) corresponden a nuevos desplazados. El resto ya lo estaban desde antes de 2012.

Siria se lleva la peor parte en términos de nuevos desplazados. De un total de más de 3 millones de desplazados, dos millones y medio de personas son nuevos de 2012.

Photo US Navy
El dato da una nueva dimensión a las palabras de Antonio Guterres, Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, que ha descrito el conflicto sirio como la mayor catástrofe humanitaria desde el final de la Guerra Fría.

En cuanto a números totales, Colombia es el país con mayor número de desplazados internos, seguido de la mencionada Siria y la República Democrática del Congo.

De hecho, la región Sub-Sahariana, con más de 10 millones de desplazados, es el área del mundo más castigada. Sólo en noviembre de 2012, más de 140.000 personas abandonaron la ciudad congoleña de Goma tras el ataque de los rebeldes del grupo M23.

No es de extrañar por tanto que África sea pionera tratando de solucionar el problema de los desplazados. En diciembre del año pasado, 37 de los 53 países que forman la Unión Africana firmaron -aunque no todos han ratificado- la Convención de Kampala.

El documento recoge varios derechos básicos de los desplazados internos e insta a los gobiernos a trabajar para devolverlos a sus hogares o reunificar familias divididas por conflictos entre otras cosas.

Aun queda mucho por hacer, no obstante, como demuestra el drama de los desplazados y refugiados de Sudán del sur. Tras sobrevivir al horror de la guerra, cuando han intentado volver a sus casas se han encontrado viviendo en unas condiciones aun peores de las que tenían en los campos de acogida.

Sunday, June 02, 2013

La generación perdida




Los últimos datos de Eurostat nos dejan con una cifra desoladora. Una cuarta parte de los jóvenes europeos se encuentran en paro. La situación es peor incluso en los países del sur de Europa donde el desempleo juvenil supera el 50%.

Es por ello que el norte culpa al sur de estar soportando injustamente su carga. Las poblaciones de Alemania, Escandinavia y Reino Unido, países que hasta hace poco acogían e incluso demandaban mano de obra extranjera, empiezan a ver a los europeos del sur como una invasión y los actos xenófobos, aunque muy raros, han aumentado.

En las últimas elecciones locales británicas, los partidos conservadores -especialmente el euroescéptico UKIP, pero también los tories del Primer Ministro David Cameron- han hecho caja con el miedo al inmigrante europeo.

En septiembre, el gobierno de Cameron va a implementar controles más exigentes para el acceso a subsidios de desempleo y otras ayudas. De hecho, el control de la emigración europea se ha convertido en tema central de la política británica.

Photo: Daily Telegraph
Lo cierto es que la afluencia de jóvenes del sur de Europa pone aun más presión en unos sistemas sociales ya de por sí soportando una gran carga. Pero lo cierto es que el aumento de la inmigración no va unido a un aumento del desempleo; se trata de un mito.

Por el contrario, la que sí es una amenaza real para Europa es la posibilidad de tener una generación perdida. En todo el mundo hay cerca de 300 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan -los llamados NINIs. Muchos de ellos tampoco aparecen siquiera en las estadísticas de desempleo porque son parados de larga duración o nunca han trabajado.

Lo cierto es que es un fenómeno global. Hasta ahora, el sureste asiático y Oriente Medio lideraban el ranking de NINIs. De hecho, ésta fue una de las razones del estallido de la Primavera Árabe. Pero Europa se acerca cada vez más a éstos niveles.

Grecia encabeza la lista con un 64% de jóvenes desempleados, seguida de España con un 55%. En países como Irlanda, más de 300.000 personas han emigrado en los últimos cuatro años, de los cuales un 40% eran menores de 25 años. Para un país con una población de unos seis millones, eso supone que una de cada cuatro familias tiene algún miembro emigrante.

Las causas de todo esto son complejas. Se ha hablado mucho de la falta de coordinación entre lo que el mercado laboral demanda y lo que las universidades producen. También de la brecha digital.

Pero cabría preguntarse, como lo hace este artículo, por qué si falta gente para llenar puestos de trabajo no han subido los sueldos; algo que sería una consecuencia lógica de la ley de la oferta y la demanda.

Otra posible causa, más probable, es la falta de previsión de los gobiernos mediterráneos. En aquellos países donde la inversión en ciencia e I+D es mayor y el gobierno otorga una mayor facilidad para emprender, como Alemania, Austria o Reino Unido, el impacto del desempleo se ha notado pero no es tan drástico como en España o Grecia.

Por su parte, los países del sur de Europa, no gozaban de ninguna red de seguridad en caso de que la construcción o el turismo fallaran. Al caer esos sectores, han arrastrado consigo a otros más cualificados.

Por eso en Berlín hoy hacen cola juntos un camarero de las islas griegas, un albañil español y un ingeniero italiano. Una legislación, sistema educativo y mentalidad que favorecían a los dos primeros ha hecho que el tercero se vea obligado a emigrar también.

¿Tienes miedo? Esto funciona así. Primero haces aquello que te infunde temor y es luego cuando te entra el valor.


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