Francia sabía que se estaba metiendo en un avispero cuando inició la
intervención en Malí. También lo sabían la UE y Estados Unidos. Eso no les
detuvo y, junto con varios países africanos, consiguieron expulsar a los
islamistas de las principales ciudades del país. François Hollande, el
presidente galo, incluso se dejó caer por allí para hacerse
la foto de la victoria.
Pero esa foto está tan vacía de significado como la de George W. Bush a
bordo del portaviones frente a las costas de Iraq. Ni entonces la misión se
había terminado ni lo ha hecho ahora. Aunque siendo sinceros, la diferencia es
que los franceses son conscientes de ello. Y lo temen.
Ganar batallas es
fácil. Sacar provecho de las victorias es lo complicado. No hay más que
preguntar a los americanos por su experiencia en Iraq para hacerse una idea. Esto
es lo que Francia quiere evitar, otro Vietnam. Porque ellos también tienen su
Vietnam en los libros de historia.
Incluso en la fase de invasión, que es más sencilla, Francia tuvo que
estirar sus posibilidades al límite. De hecho, ni con eso bastó. Sin la ayuda -aunque
sólo fuera para tareas auxiliares- de Estados Unidos y la UE, no habría podido
hacerlo. Ahora que necesita mantener el terreno ganado, Francia está
comprobando que es mucho
más complicado.
La amplitud del terreno a patrullar es inmensa y difícil de controlar,
como demostró el ataque a la refinería en territorio argelino. Además estamos
hablando de islamistas bien armados,
bien organizados, veteranos de la guerra en Libia que lucharon por el bando de
Gadafi y con amigos
poderosos.
Convoy militar francés/Reuters |
Ni siquiera se puede decir que la lucha esté del todo acabada.
Aunque las ciudades carecen de presencia islamista, éstos se han echado al
monte. Las recientes muertes de soldados franceses y
africanos en escaramuzas demuestran que Francia carece del control de la
situación. E incluso una fuerza debilitada
como al-Qaeda es capaz de plantar cara en una guerra de guerrillas.
Por eso Francia quiere salir de ahí. Y cuanto
antes mejor. El gobierno de Hollande está presionando a la ONU para crear
una fuerza multinacional de acción rápida. Quieren 10.000 soldados, con armamento
pesado y se ofrecen a liderar el contingente. Pero bajo bandera azul de la ONU
y con tropas de otros países sobre todo.
Pero el mundo desarrollado ya ha advertido de que sólo aportará dinero
y material. Canadá ha negado
categóricamente que vaya a tener un rol de combate. Estados Unidos estudia
ofrecer drones -aviones no tripulados. Y los países de la UE podrían colaborar
con aviones de transporte, como hasta ahora. Eso deja para las tropas africanas
y en menor medida asiáticas el trabajo duro sobre el terreno. Una imagen que
resulta bastante
familiar.
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