El abogado de Mubarak ha afirmado que su defendido
podría
estar libre en menos de 48 horas. Sería la última vuelta de tuerca, el paso
final de una vuelta al régimen anterior en Egipto de aquel golpe de estado que
no era un golpe.
Desde que los egipcios echaran a Hosni Mubarak de la presidencia
egipcia, aquella revolución no ha hecho más que diluirse. Tal y como ha pasado
en otros sitios –como en Siria- grupos tan distintos como los islamistas y los
liberales permanecieron unidos el tiempo suficiente como para llevar a cabo su
objetivo común. Eso no iba a durar mucho.
Una vez descabezado el antiguo régimen, cada uno ha mirado por sus
propios intereses. En la búsqueda de poder,
tanto
unos como otros se han aliado con la única opción que les quedaba, que no
era otra que el antiguo régimen.
Primero fue Morsi, que descabezó al ejército empezando con Tantaui y
colocó a Sisi al frente. Sisi era un general más proclive al cambio e incluso
cercano a los Hermanos Musulmanes en temas de religión. Sin embargo, como le
pasó a Allende en Chile en el 73, el que Morsi consideraba un aliado ha sido
quien finalmente le ha traicionado.
Luego llegó el turno de los liberales. En su deseo de expulsar a
Mubarak del poder, en la segunda ronda de las pasadas elecciones se encontraron
con la disyuntiva de elegir entre el antiguo régimen o los Hermanos Musulmanes.
Hartos de éstos últimos, en julio se pusieron del lado del ejército para
expulsar a Morsi.
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The pic that put Facebook in flames |
Desde que el 3 de julio los militares llevaran a cabo el
golpe
de estado, los liberales estaban a la cabeza defendiendo al ejército.
Creyeron que estaban de su lado. En cierto modo, era cierto: ambos bandos
querían derrocar a Morsi, pero la agenda del ejército iba
más
allá. Mientras que los liberales querían elecciones, el ejército quería una
vuelta al antiguo régimen.
De ahí el regreso al
culto a la personalidad con Sisi, el uso de
matones para reprimir manifestaciones o las amenazas veladas a la prensa
internacional
y
regional,
todo ello ligeramente reminiscente de la época de Mubarak. La puesta en
libertad del ex presidente egipcio sería la última pieza del puzle.
Mientras tanto, los Hermanos Musulmanes se han echado a la calle y la
violencia
estaba
asegurada. Quieren
guerra.
El ejército se ha enfrentado a los partidarios de Morsi y ya van más de 800
muertos en el momento de escribir estas líneas,
y
aumentando. A eso hay que sumar la violencia que los islamistas han
ejercido sobre todo contra los cristianos egipcios, destruyendo iglesias y
negocios coptos.
El ejército no ha dudado en usar la resistencia –a veces armada- de los
partidarios de Morsi como
propaganda
contra ellos. De momento les tacha de terroristas y no es descabellado pensar
que acabe usándolo para ilegalizar el partido.
¿Qué piensa el mundo sobre esto? Bueno, Egipto ya
no
es lo que era a nivel local. No tiene la influencia de antaño entre los
países árabes. A nivel global, la UE ha protestado por la violencia de la
represión de las manifestaciones. Estados Unidos ha cancelado unas maniobras
militares conjuntas pero
mantiene
la ayuda militar, lo que equivale a decir que ha cancelado el brunch pero
la cena sigue en pie.
Curiosamente el único otro país de la zona que recibe ingentes cantidades
de ayuda militar americana es también el único que ha apoyado a los militares
en su golpe de estado:
Israel.
Al estado judío no le interesa un país democrático en el delta del Nilo, sino
un ejército fuerte que haga lo que está haciendo ahora, acabar con los
islamistas en el Sinaí y apretar las tuercas de Hamas en Gaza.
Lo cierto es que es difícil saber qué pasará -nadie lo sabe- y por tanto es difícil hacer valoraciones y análisis