De vez en cuando vuelve a aparecer en los titulares la “amenaza
inminente” de Irán. Normalmente la voz de alarma viene de Israel o Estados
Unidos. Lo cierto es que dado lo travieso que ha
sido y es
Irán con respecto a su programa nuclear, esto no debería ser ninguna sorpresa.
Como en un juego del gato y el ratón, los inspectores de la Agencia
Internacional de la Energía Atómica (IAEA por sus siglas en inglés) e Irán
andan siempre uno detrás del otro. De momento parece que gana Irán.
Han conseguido engañar a la IAEA no una sino dos veces (al menos). Ya
sea por no confesar instalaciones
secretas excavadas en el corazón de una montaña al puro estilo villano de
Bond, o simplemente
mintiendo sobre lo que hay a simple vista, Irán se ha ganado una reputación
de falta de honestidad.
Sin embargo el constante criticar del modo de actuar de Irán contrasta
con la falta de pruebas de que el país de los ayatolás esté realmente buscando
el arma nuclear. Y lo interesante del asunto es que son el Pentágono y la CIA los
que constantemente desmienten que Irán sea una amenaza.
No son los únicos que lo dicen. De hecho, todos los numerosos ojos que
la ONU y la OTAN tienen en el país persa hacen prácticamente imposible que Irán
reúna material suficiente para una bomba sin
que lo sepamos. Podrían hacerlo, sí; pero lo sabríamos.
Ahmadineyad habla sobre el programa nuclear iraní/Reuters |
Incluso si los ayatolás deciden fabricar la bomba, no sería algo
inmediato. El propio Obama reconoce que necesitarían al menos un año
para conseguirlo. Y los últimos pasos dados por los iraníes hacen que esa fecha
se
retrase aún más.
De hecho, de acuerdo con Meir Javendanfar, de la revista The Diplomat, construir una bomba podría
ser un paso
en falso para Irán. Al contrario que Corea del Norte, que ha hecho de la diplomacia
nuclear un arte, Irán no necesita una disuasión nuclear.
Sin embargo, Irán no puede permitirse el aislamiento que ésta conlleva
ya que necesita al mundo para exportar su petróleo. Una bomba conllevaría
sanciones que el régimen no puede permitirse. Si a la dificultad
de exportar petróleo le sumamos las presiones de las sanciones, tenemos un germen
de desastre económico.
La economía iraní está ahora mismo bastante mermada ya de por sí. Esto
hace que la población se incomode y se eche a la calle como pasó en las últimas
elecciones presidenciales. Problemas domésticos es algo de lo que Corea del
Norte no tiene que preocuparse.
Aunque en lo que respecta al derecho a obtener tecnología nuclear todas
las facciones iraníes -y la población general- están de acuerdo, las
consecuencias económicas de las sanciones que conllevaría no son del agrado de
todos. Y esto, argumenta Javendanfar, es lo que al final hará que Irán no
adquiera potencial nuclear: las sanciones y su economía.
Resulta interesante observar que, aunque el resto del mundo necesita
cumplir con las sanciones y la prohibición de importar petróleo iraní, ciertos
países europeos y occidentales -entre ellos España- tienen privilegios
especiales y se les permite conseguir petróleo iraní saltándose las
prohibiciones que ellos mismos imponen a otros países.
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