Es culpa nuestra, de los medios. Somos expertos en hacer montañas de
granos de arena y a la vez evitar percatarnos de la enorme cordillera que nos
rodea. Mientras todo el mundo -incluidos nosotros- mirábamos hacia Pyongyang,
el silencio impera en otras partes de Asia como Birmania.
En Corea no ha habido aun ni un solo tiro, ni un solo muerto, ni un
solo refugiado más en cincuenta años. Pese a ello, cientos de corresponsales se
han desplazado a la zona para contar que no pasa absolutamente nada y mientras tanto,
los Rohingya, un conflicto muy real, siguen silenciados.
El caso de Birmania es especialmente sangrante. Hay varios conflictos
activos actualmente contra diversas minorías del país. Los Karen, Shan, Kachin
y Rohingya son sólo cuatro de los grupos que actualmente están luchando contra
el gobierno de Yangon.
Los Karen son un grupo étnico repartido entre Tailandia y Birmania que
desde 1976 llevan pidiendo un estado propio o, más recientemente, mayor
autogobierno. Las relaciones son claramente mejores que hace unos años y la
semana pasada ambos bando se sentaron
a negociar.
Los Shan están algo mejor. Disponen de cierta autonomía y un ejército
propio aunque supeditados al gobierno central. Sin embargo, tanto los Shan como
los Kachin han sido víctimas de abusos por parte de la mayoría Bamar. Al
contrario que con los Karen, la tensión con estos dos grupos ha aumentado
en las últimas semanas.
Sin embargo, el caso más flagrante es el de los Rohingya. No sólo son
diferentes étnicamente, como el resto de los otros grupos, sino también a nivel
religioso. Los Rohingya, mayoritariamente
musulmanes, se han encontrado con toda clase de ataques personales y
contra propiedades desde hace años por parte de la mayoría budista del país.
En el último año, estos ataques han aumentado exponencialmente. Y no
respetan nada ni nadie. A primeros de abril una escuela ardió con 70
niños dentro en lo que parece ser un ataque provocado. Trece de ellos
fallecieron en el incendio.
La gravedad del asunto ha llevado a algunos a declarar que lo que se
está produciendo es una limpieza
étnica. Sin embargo, poca o nula respuesta ha habido por parte de la
comunidad internacional.
Resulta especialmente impactante que la premio Nobel de la Paz Aung San
Suu Kyi no haya dicho
nada al respecto. Si tenemos en consideración cómo los medios
internacionales suelen estar siempre a la escucha de todo lo que diga, su
silencio es preocupante. La que otrora fue una ardiente defensora de los
derechos humanos de los birmanos parece callar ante el conflicto con los
Rohingya.
Photo JGM/WGMreports |
Desde el gobierno central birmano se han aprovechado las celebraciones
del año nuevo budista para pedir unidad nacional. Pero en la situación actual
eso tiene más de utopía que de realidad. La principal preocupación es evitar
que los conflictos étnicos acaben poniendo en peligro la necesitada
inversión extranjera.
A qué se vean abocadas las minorías, es secundario. Problemas endémicos
de la región, como los amputados por las minas,
los refugiados
y el turismo
sexual ya amenazan a los Shan, Karen, Kachin y Rohingya.
No comments:
Post a Comment