Las fronteras de Oriente Medio y el Sáhara siempre han sido un campo de
cultivo excelente para el contrabando. Docenas de veces, al cruzar de un país a
otro, he visto cómo cigarrillos, alcohol o incluso papel higiénico era
transportado mezclado con el equipaje de los turistas y backpackers.
Los conflictos en la región han hecho esas fronteras aún más porosas.
Son muchos los que se están beneficiando de la falta de control en alguno de
los lados de la frontera para incrementar el contrabando de todo tipo de
bienes, objetos o incluso personas.
En el Sáhara, la creciente influencia de al-Qaeda (notable por usar el
narcotráfico para financiarse) ha multiplicado el contrabando en sitios como
Argelia o Mali. Gente que antes traficaba tabaco se ha visto atraída por el
dinero fácil y ahora transporta
cocaína. Llega desde Sudamérica a África a través de la ruta del paralelo
10 (Highway 10) y cruza el desierto
con destino a Europa.
Más al este, la historia es parecida. Según un reportaje
de AP para Al Jazeera, armas, ayuda humanitaria -incluyendo combustible- y
medicinas entran en Siria via Turquía. En la otra dirección van verduras,
harina, té, madera de casas destruidas hierro de misiles y cohete e incluso
animales vivos como vacas.
La siempre porosa frontera entre Líbano y Siria es más de lo mismo. En
el caso de los libaneses, el tradicional contrabando de tabaco ha dado paso a
un mucho más mortífero contrabando
de armas. La ONU, a través de su secretario general Ban Ki-moon, ya ha
expresado su preocupación por que este contrabando acabe con desestabilizar al
propio Líbano.
Una de las razones de las dudas americanas a apoyar a los rebeldes es
que sus armas puedan acabar en manos islamistas. También hay dudas sobre qué
puede pasar con las armas
químicas del régimen de Assad.
Túnel en Gaza |
El asunto preocupa bastante a Israel, que teme que las armas huérfanas
de Assad acaben formando parte de un arsenal al servicio del mayor postor. Hace
unas semanas aviones israelíes bombardearon en suelo sirio un supuesto envío
de armas a Hezbollah desde el espacio aéreo libanés.
La contrapartida al beneficio de unos pocos por el contrabando es que
los precios de los bienes se han disparado para el resto, incluso los de
primera necesidad. Mientras la harina y
el combustible sirios cruzan la frontera para sacar beneficio en Turquía, las
panaderías de Alepo no pueden
fabricar pan.
Lo mismo pasa con otros alimentos como los tomates, que han visto
aumentar su precio más del doble desde que empezó la guerra. Asimismo, los
pastores tratan de deshacerse de sus rebaños por temor a que un bombardeo acabe
con ellos. Esto explica el contrabando de animales vivos, pero también los desorbitados
precios de la carne.
Pero si hay una región de Oriente Medio que lleve años perfeccionando
el contrabando ésa es la franja de Gaza. Los famosos túneles bajo la frontera
con Egipto han proporcionado vida a la población durante los años más duros.
Ahora, con el cambio de gobierno en Egipto, siguen usándose pero cada vez
menos.
No obstante, The Telegraph especulaba recientemente con la posibilidad
de la reactivación de una
ruta de contrabando de Irán a Gaza, pasando por Sudán, destinada sobre todo
a dotar con armas a Hamas.
No sería la primera vez que los iraníes lo intentan ni, de nuevo, la
primera vez que Israel invade espacio aéreo foráneo para evitarlo. Israel
ya atacó en varias ocasiones la capital sudanesa y convoyes en su
territorio que, según Tel Aviv, iban cargados de armas destinadas a Hezbollah
en Líbano o Hamás en Gaza.
Sin embargo, quizá el más sorprendente acto de contrabando de los
últimos meses haya sido otro. No tiene que ver con armas, comida
o medicinas, sino con un elemento mucho más primario de la naturaleza humana:
obtener descendencia.
Para los prisioneros palestinos en cárceles israelíes, tener hijos está
fuera de su alcance. Sin derecho a reuniones privadas conyugales, es imposible.
Por eso cada vez más recurren a un método ingenioso, el contrabando
de esperma.
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