Dos ataques israelíes en Siria en menos de 48 horas supusieron la
entrada, al menos extraoficialmente, de occidente en el conflicto. Las incursiones
israelíes no han hecho más que complicar un conflicto ya de por sí muy
enrevesado. Y como todo con el estado judío, las consecuencias de sus acciones
van más allá de sus fronteras.
Los ataques se produjeron desde fuera del espacio aéreo sirio. Según
Reuters y AP, aviones israelíes entraron en Líbano y desde dentro de territorio
libanés soltaron su armamento.
Este hecho pone en evidencia la impunidad de Israel en la región. No es
la primera vez que ataca blancos alejados de sus fronteras invadiendo espacio
aéreo foráneo, ni la primera vez que lo hace con Siria. Ni siquiera es la
primera vez que Siria
es el blanco desde que se inició la sangrienta guerra civil.
Tanto Turquía
como la Liga Árabe han
condenado enérgicamente el ataque, pero poco más. Por su parte, la capacidad de
reacción de Hezbollah y Siria ha quedado en entredicho. Una vez más.
Desde Tel Aviv mientras tanto ni se confirma ni se desmiente la
noticia. Toda la información aparecida en la prensa habla a través de fuentes
anónimas, informantes sin rostro y oficiales sin identificar. La postura
oficial es negar el ataque e insistir que no hay interés alguno en entrar en el
conflicto sirio.
Esa última parte quizás sea real. Assad, aunque sea un vecino incómodo,
no ha sido beligerante en exceso. Sin duda, el gobierno de Bashar al-Assad es
mejor que algunas de las alternativas entre los rebeldes, como los islamistas
de al-Nusra, vinculados con al-Qaeda.
Nadie en Tel Aviv quiere otro gobierno islamista en la región tras la
experiencia con Egipto. Sin embargo, Siria con Assad es un peligro controlable
y controlado. A lo máximo que se ha limitado el gobierno sirio ha sido a
ejercer de intermediario entre Irán y Hezbollah. Y esto es lo que probablemente
haya propiciado estos ataques.
De hecho, la mayoría de analistas coincide en afirmar que este ataque
es más contra
Irán y Hezbollah que contra Siria. Los objetivos de las bombas habrían
sido, según las fuentes anónimas, envíos
de misiles iraníes Fateh-110 a la milicia libanesa.
Las líneas rojas de Israel en este caso son diferentes a las de Obama.
Estados Unidos no
quiere verse envuelto en Siria y pone como límite el uso de armas químicas;
pero no especifica cómo ni en qué cantidad.
Para Israel la
línea roja es el trasvase de material bélico avanzado a Hezbollah, y no le
importa meterse en Siria como lleva haciendo durante años. En Wired Noah
Shachtman especula con que el peligro venga no del tipo de misiles en poder
de la milicia libanesa, sino de su número.
Actualmente Israel es capaz de defenderse de los cohetes en posesión de
Hamas con su sistema antimisiles Iron Dome. Para los Fateh-110 dispone de otro
sistema, el Arrow-2, pero a diferencia del Iron Dome su eficacia no ha sido
probada en combate.
A ello se suma el hecho de que estos sistemas no son infalibles y su
cometido es más minimizar los impactos que anularlos por completo, algo completamente
fuera de su alcance.
Si Israel permite a Hezbollah armarse con cantidades considerables del
Fateh-110 (que además puede llevar armas químicas), las posibilidades de
interceptación disminuyen aún más. Y basta con que uno solo de los misiles impacte
en un núcleo urbano israelí para desestabilizar la región.
Foto: IAF |
Ésa puede ser la razón principal de Israel para meterse en el
conflicto. Sin embargo, es una razón tremendamente egoísta ya que sus acciones
conllevan consecuencias para mucha más gente que el estado judío.
Para empezar, ha dado la excusa
perfecta al régimen de Assad para demonizar a los
rebeldes. Según un portavoz del régimen, los rebeldes son “aliados de
Israel” y el ataque se hizo de forma coordinada.
A ello le ha ayudado la ONU, de forma involuntaria, al afirmar por boca
de Carla del Ponte que los ataques químicos detectados podrían en realidad
haber sido obra
de milicias rebeldes. Aunque la ONU después anunció en otro comunicado
que no hay aún conclusiones definitivas, el daño estaba hecho.
Por su parte, con estos ataques Israel empuja a occidente a una guerra
que no quiere. Según
Robert Fisk, si no hay una condena a los bombardeos significa el de facto
apoyo estadounidense y europeo a las acciones de Israel.
Obviamente Washington no va a condenar los ataques. De hecho Obama ya
ha dicho que Israel tiene derecho a defenderse, sin matizar más. Seguramente su
gobierno esté molesto por que Netanyahu no avisara del ataque, pero eso no va a
cambiar su postura oficial.
El ataque israelí también ha polarizado la opinión pública árabe. Salvo
en Jordania, ningún
otro país de la zona desea que se mande ayuda en forma de armas y material
militar a los rebeldes. Menos aun que haya una intervención occidental en
Siria.
Por otra parte, la reciente visita del Primer Ministro israelí a China
ha sido la excusa perfecta para que el gigante asiático comience a ensayar
su papel de superpoder mundial. Mientras tanto, los dos antiguos
superpoderes –Estados Unidos y Rusia- siguen sin ponerse
de acuerdo.
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