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Tuesday, August 25, 2009

La resaca de las elecciones afganas

Los primeros resultados provisionales de las elecciones afganas han salido hoy. Hablan de un no-sé-qué de un 10% (los votos contados hasta el momento) y de una diferencia de 10.000 votos entre el primer y el segundo candidatos.

Sin embargo, ayer aparecían ya datos de los famosos recuentos a pie de urna y estimaciones (me gustaría saber cómo demonios las hacen en un país sin censo) que otorgaban una cómoda victoria para el actual presidente, Hamid Karzai. Un colchón de 50 puntos (Karzai, 72% de los votos; Abdullah Abdullah, su máximo competidor, 23%) que haría innecesaria la segunda vuelta.

Y para completar la fiesta de la democracia en Afganistán, el día de las elecciones transcurrió aparentemente sin incidentes destacables a cuenta de los Talibanes, bombas o explosivos improvisados. Así pues todo ha terminado y todo ha salido bien.

Bueno, no tan rápido.

Con la calma tras la tormenta se empiezan a ver los destrozos ocasionados por ésta. Para empezar, considerar democráticas estas elecciones es pecar de ingenuo. Sobre todo cuando más de la mitad del país está aun en manos de los Talibanes (aquí hay un mapa que lo ilustra). Pero es que además, en la otra mitad, parece que la votación no ha sido tan limpia como debería.

Ambos máximos contendientes han proclamado victoria. El segundo en las encuestas, Abdullah Abdullah, ya se ha apresurado a proclamar también un fraude, por si acaso pierde. Puede que tenga algo de razón. Tal y como ocurría con Ahmadinejad en el vecino Irán, Karzai era el caballo ganador. Abdullah carecía de opciones, salvo como mucho, acceder a una segunda vuelta. Pero la diferencia de votos de las previsiones resulta cuanto menos sospechosa.

Del lado opositor se sitúa una realidad reflejada por varios periodistas occidentales. Millones de votos parecen haber sido ejercidos mágicamente. Todo el mundo ha votado en Afganistán. Incluso
Britney Spears.

Tom Coughlan, del periódico The Times, escribe desde Pul-e-Charki, cerca de la capital Kabul. A las 8am, una hora tras la apertura de las urnas, varias estaciones electorales a lo largo y ancho del país (incluida la que visita Coughlan) ya tienen varios miles de votos recogidos, pero aparecen totalmente vacías. Si hacemos caso a los oficiales afganos, esto es porque los votantes llegaron a primera hora de la mañana en un camión, votaron y se fueron.

El resultado de esa hora de entusiasta frenesí democrático por parte de nómadas afganos es un total de 5.530 votos recogidos. Sorprendentemente, cada urna tiene una uniforme cantidad de entre 500 y 510 votos. Aun más sorprendentemente, 3.025 de esos votos (un 54%) corresponden a mujeres. Coughlan hace las cuentas:

“Assuming that the last voter disappeared at least two minutes before the Times arrived at 7.55am, the staff working on the 12 separate ballot boxes at the site must have been processing at least 100 voters per minute since polling began”.


Es decir, que cada oficial afgano ha procesado una media de 100 votos por minuto (manualmente) en la hora que se lleva de día electoral. Bastante eficaz. Un poco después, otro camión lleno de votantes llega a la estación electoral. Tras otra frenética hora de fiesta de la democracia, Coughlan vuelve a echar cuentas de la votación que sí ha podido presenciar:

“As the thirty voters each made their way to the ballot box it became evident that the staff were able to process a maximum four voters every three minutes, or at best 80 voters per ballot box per hour, or 960 for the entire polling centre per hour. How was it possible then to process 5,530 in an hour, The Times wondered. Did the election officials suspect any sort of fraud?”


Es decir, cada oficial ha procesado 80 votos por urna y por hora. Un total de 960 para todo el colegio electoral. La diferencia de 960 contra los 5.530 es significativa. Coughlan pregunta a los oficiales afganos si sospechan de fraude electoral.

¿Fraude? Venga ya…
Coughlan no es el único reportero con dudas. Jason Reich, de War is Boring, escribe desde Nerkh, un remoto puesto militar estadounidense varios kilómetros al oeste de Kabul, y afirma que el “éxito” y la “normalidad” proclamados a los cuatro vientos por los americanos, el gobierno afgano, la UE, la OTAN y la ONU es un “broma”:

“My sources tell me that two people voted and there is very, very heavy fighting”.


Dos personas bajo fuego intenso. Esa es la forma del éxito.

De hecho, los combates durante estos días previos a las elecciones no han parado. De hecho, aumentaron. Ni siquiera durante el día de las elecciones se detuvieron. Ahora sabemos, gracias a la publicación en YouTube de un video de los Talibanes que las amenazas de perseguir a los votantes se cumplieron al menos en parte.

Quizás debería revisar mis notas sobre libertad y democracia, pero esto no me parece que lo sea.



Photo: picture-alliance/dpa

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