La polémica comenzó mucho antes de que la entrevista al líder del BNP, Nick Griffin, se ejecutara. Varios manifestantes anti-fascistas llegaron a asaltar la sede de la BBC para protestar e intentar detener la entrevista. Políticos de todo el espectro electoral protestaron enérgicamente a la cadena pública por dar voz a un partido que ha sido acusado en el pasado de homófobo, racista e incluso de estar conectado con organizaciones nazis y paramilitares.
Nada de eso detuvo el tren de Griffin. El líder del BNP pudo explayarse abiertamente sobre por qué niega el holocausto o por qué considera que Londres ha dejado de ser una ciudad británica para verse invadida por extranjeros -aunque parte de razón en esto sí que tiene.
Los resultados fueron inminentes. Aparte de un empujón considerable al ya de por sí hinchado ego de Nick Griffin, el BNP aumentó considerablemente en intención de voto. En una encuesta realizada inmediatamente tras el programa, un 4% afirmó que “definitivamente” le votaría en las próximas elecciones, un 3% lo consideró “probable” y un 15% como “posible”.
Hay que recordar que hablamos de un partido que en 1995 obtuvo un 0,7% de los votos, pero con trayectoria ascendiente -en las pasadas elecciones europeas obtuvieron por primera vez un escaño. El BNP afirma que tras el programa tuvo un record de afiliación esa noche, con más de 3.000 nuevos miembros que se unieron a sus filas.
Por eso, antes esta perspectiva, no veo día mejor para recordar el discurso de “V” en “V de Vendetta”, en contra de un mundo muy posible en el futuro cercano si los votantes británicos comienzan a apoyar a Griffin. Si acaban como en la película, los culpables los deberán buscar cada mañana en el espejo. Es ahora cuando deben decidir si quieren ese mundo de la película o no.
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