El efecto dominó a lo largo y ancho de la región no se hizo esperar. Israel acusó a Hezbollah de ser el destinatario de la carga; pero Hezbollah lo negó casi antes de que Israel terminara de decirlo. Después, Israel acusó a Irán de ser el proveedor y a Siria de ser los intermediarios; y ambos países niegan las acusaciones -para más sorna- con una rueda de prensa conjunta en Teherán. Obviamente, Israel no se cree las palabras de los ayatolás y el primer ministro judío, Binyamin Netanyahu, acusa a Irán de crímenes de guerra -qué fácil le resulta a Israel acusar a otros de lo que es tan complicado de reconocer para ellos mismos- y ve las armas como una prueba más contra Teherán. Algo a lo que los iraníes responden con un consíguete otro hobby y déjanos en paz...
Varios analistas árabes ya han destacado que lo que realmente trata de hacer Israel es sólo una distracción para desviar la atención del informe Goldstone. Pero lo cierto es que la interceptación de este cargamento de armas viene en la misma semana que Hamas ha efectuado las pruebas de un nuevo cohete con mayor alcance capaz de alcanzar Tel Aviv. Cohetes que, según Israel, son una transferencia de conocimientos de Irán y Siria.
Y de nuevo, vuelta a empezar...

Photo: Tsafrir Abayov/AP
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