Ante esta perspectiva, los guardianes tradicionales de Occidente -aunque algunos Japoneses considerarán un insulto esto, lo cierto es que se alinean con el oeste- se preparan también y se suman a la carrera.
Japón, por ejemplo, planea una gran remodelación de sus fuerzas armadas que va más allá de lo material. Tras la Segunda Guerra mundial, el propio nombre de los ejércitos japoneses se vio transformado al de Fuerzas de Autodefensa, para indicar el marcado carácter netamente defensivo y no expansivo, como lo fueron los imperios japoneses anteriores. Hoy en día, sin embargo, Japón se ha atrevido a salir al exterior por primera vez en 50 años. El ejército japonés ha puesto pie en
Irak y la marina trabaja en la lucha contra los
piratas somalíes en el cuerno de África.
Por supuesto, la mayor amenaza para Japón viene de las pruebas de misiles de Corea del Norte. Por ello, el principal gasto de defensa de la isla va dirigido a contrarrestar esa amenaza. La marina nipona es la única, junto con la americana y la española, que posee el sistema antimisiles
AEGIS. También dispone de una amplia red de misiles
Patriot defendiendo las ciudades y puntos estratégicos del país. Y prevé lanzar a corto plazo una red de
satélites de alerta temprana.
Si Japón es el perro guardián de Corea, India lo es de Pakistán. Como dijimos en el post anterior, el peligro de un Pakistán islamista en manos de los fanáticos y con armas nucleares es real. Pese a los planes de reserva de Estados Unidos, es mejor prevenir. Por ello, las fuerzas armadas indias se están rearmando fuertemente. Ejemplo de ello son los
dos nuevos portaaviones con los que contará para finales de 2010.
Este gasto, no obstante, trae sus riesgos. Como ya hemos dicho otras veces aquí en
Worldwide, India y Pakistán juegan al juego de la pescadilla que se muerde la cola. Un aumento del gasto defensivo en India repercute en la imagen de los pakistaníes sobre la “amenaza” del país vecino. Y eso puede lanzarles aun más
en brazos de los Talibán.
India además, aunque se rearmara hasta los dientes, no puede hacer frente por si sola a China. Y lo que pueda hacer Singapur, comprando
Eagles de segunda mano, es irrelevante. Y aquí es donde entra en escena Australia.
El nuevo
plan de defensa australiano planea una remodelación de las fuerzas armadas de aquí a 2030 que sería la mayor -y
más costosa- desde la Segunda Guerra Mundial. La prioridad de Australia, por boca de su Primer Ministro, es suplir el
papel de Estados Unidos en el Pacífico. Es decir, convertirse en una superpotencia regional capaz de enfrentarse a
China cualquier amenaza y
defenderse de un posible "ataque directo".
Sorprende ver a Australia
despilfarrando dólares que no tiene en armamento cuando el resto del mundo occidental se aprieta el cinturón. Pero lo cierto es que, pese a los problemas, gracias a las
actividades mineras del noroeste, la remota isla consigue mantener cierto ritmo de crecimiento. Baja el ritmo, como con el resto de países, pero baja menos. Eso les permite desviar el superplus a carteras como la de Defensa, de donde otros no hacen más que recortar.
Al incremento del
gasto en Afganistán, se va a unir una
mayor colaboración con Nueva Zelanda. También se va a apostar fuertemente por renovar la flota de aviones. Recientemente, los australianos anunciaron que iban a comprar más Super Hornets, más Growlers y más JSF; e incluso se han interesado por el Raptor.
Pero el mayor impulso va a venir del lado de la marina, al estilo que otros países de la zona. Para empezar, la flota de submarinos doblará en tamaño a la actual (aunque aun perdurará el problema de cómo suplir esos submarinos
con tripulación). Y para continuar, se contempla la creación de varios buques de superficie, hasta un total de 8 nuevas fragatas, un portaaviones y varios helicópteros más para suplirlos.
Ahora bien, ¿de veras es todo esto necesario? En Beijing
no ven esto como un peligro. Y salvo
excepciones, los chinos
no son vistos como un peligro en Occidente. Es más, probablemente sean más
un aliado a tener en cuenta que una amenaza, como se ha demostrado en las negociaciones a seis bandas con Pyongyang. Cabe pues preguntarse si de veras los australianos necesitan hacer un desembolso tan grande en una época tan inestable financieramente.

Photo; Reuters