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Friday, September 04, 2009

Gabón y Japón

Dos países muy distantes y muy diferentes entre sí han acudido a las urnas el pasado fin de semana: Gabón y Japón. Ambos ven por primera vez en más de 40 años un cambio en el Gobierno, pero cada cual a su manera.

Japón eligió democráticamente, tal y como todas las previsiones apuntaban, un cambio radical. Las esperadas elecciones ganadas por el Partido Demócrata de Japón, de centro izquierda, pone fin a 54 años de los Liberal Demócratas en el poder. El público japonés estaba harto de la falta de solidez interna -ha habido cambios de Primeros Ministros una y otra vez desde las últimas elecciones generales.

Pero el cambio de gobierno tiene una trascendencia aun mayor en Japón. El mero hecho de que un partido haya acaparado el poder durante más de cinco décadas da una idea de lo que puede significar este resultado. Hasta el pasado fin de semana, todo estaba claro en Japón. Cada cual tenía su sitio que conocía perfectamente, y sabía qué tenía que hacer. Como en una línea de montaje de una factoría de Toyota.

Hasta que la recesión golpeó fuerte. O para ser más precisos, hasta que golpeó al resto del mundo también. Japón ya estaba en marcha atrás desde mucho antes que Occidente entrara en quiebra; la presente crisis sólo ahondó más en el problema.

Por eso, Yukio Hatoyama, el nuevo Primer Ministro japonés, hizo una campaña por el cambio calcada de la de Obama -como tantos otros-, pero de un modo tan agresivo que ni Obama ni los líderes europeos se atreverían nunca a realizar. El pueblo japonés espera que, al menos, Hatoyama cumpla alguna de sus promesas. Los primeros símbolos de recuperación llegan antes incluso de que entre en la oficina: un Yen fortalecido y el fin de la recesión para Japón (al menos de momento).

Gabón también ha estado bajo el mandato de un mismo partido durante más de cuatro décadas. Sólo que en su caso era un solo hombre y más o menos, impuesto. Omar Bongo gobernó el país hasta que falleció el pasado mes de Junio. La corrupción era la norma en el gabinete de Bongo. Tras su muerte se le descubrieron millones de dólares desviados anualmente del presupuesto nacional hacia su fortuna personal.

Mientras Bongo se enriquecía, Gabón continuaba pobre. Ello, sumado a una economía excesivamente dependiente de dos materias primas -madera y petróleo- sumarían un coctel explosivo en cualquier otro país. Pero de algún modo, Bongo consiguió mantener Gabón estable y próspero (al menos para él). Un gran logro, en cualquier caso, hablando de África.

Ahora, tras la muerte de Bongo se abre un gran interrogante. Las elecciones que tuvieron lugar el pasado fin de semana albergan la llave de la continuidad de la estabilidad de Gabón, un futuro mejor o ir a peor. La duda, está sobre todo en su transparencia.

Desde que muriera Omar Bongo, la supermodelo gabonesa Gloria Mika ha estado hacienda su propia campaña por unas elecciones limpias. Mika sabe que lo peor puede llegar tras las elecciones. De momento, el hijo de Bongo, Ali Ben Bongo, ya se ha proclamado como vencedor de los comicios. Las protestas por fraude tampoco han tardado en aparecer.

Tanto Japón como Gabón se enfrentan al futuro con esperanza e ilusión. Pero algo me dice que uno de ellos va a tener más suerte que el otro.


Gloria Mika
Photo: Telegraph

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