Con la orden de detención del TPI de La Haya sobre el presidente sudanés al-Bashir, el gigante asiático se ha encontrado en una posición complicada. El nivel de negocio con el país africano es muy importante para China, pero debe jugar un equilibrio complicado con los derechos humanos. Por si acaso, esta semana Beijing ha inaugurado un nuevo acuerdo con Irak para proveerse de petróleo. Diversificando.
Más cerca de casa, Corea del Norte ha encendido algunas alarmas. Esta vez no se trataba de la preocupación por el desarrollo nuclear del régimen vecino, sino por la tensión militar de éste con su hermano del sur. El detonante han sido las maniobras conjuntas anuales de Estados Unidos con el gobierno de Seúl. Al corte de las comunicaciones bilaterales le siguió un incremento en la retórica de guerra, incluyendo movilizaciones de soldados y planes de guerra. Al final no va a ser tan grave, pero por si acaso, China y Rusia ya han pedido rebajar la testosterona en el ambiente.
El hecho de que Pyongyang planee probar un misil de largo alcance y lanzar un satélite -del que se ignora su utilidad y se sospecha que es militar- no ayuda y preocupa tanto a Estados Unidos como a Rusia.
Precisamente con Estados Unidos ha llegado otro de los roces de la última semana. El Departamento de Defensa denunció a China por haber acosado uno de sus barcos, con tripulación civil subcontratada y en aguas internacionales. Al parecer, varias lanchas rápidas y otras pequeñas embarcaciones se acercaron al buque estadounidense -y a un destructor- en actitud provocativa. Y no sólo provocativa por el hecho de que los marineros chinos se quedaran en ropa interior mientras hacían gestos obscenos a los estadounidenses.
La verdad, al parecer, no es tan clara. Lo que el Departamento de Defensa no ha dicho es que probablemente, esos buques estaban buscando submarinos en la zona -a fin de cuentas, poseen equipo a bordo destinado a eso-, y no haciendo un mapa del fondo marino, como se dijo la primera vez. Al final, no obstante, parece que tanto unos como otros quieren enterrar el asunto. El típico yo no destapo tu mierda si tu no destapas la mía que suele pasar.
Finalmente, a nivel interno los problemas tampoco cesan. Al riesgo de deflación y la corrupción interna, se le unió esta semana el recurrente problema del Tibet, con protestas en medio mundo pidiendo el fin de la ocupación china que dura ya medio siglo. Washington aceptó callar sobre el incidente marino, pero no iba a hacerlo con esto. Y obviamente, a Beijing eso no le gustó nada. Por otra parte, la expulsión de extranjeros de la zona no ayuda a mejorar la imagen china en el exterior. Y los malabarismos de poder, en los casos de Derechos Humanos, es jugar con fuego.
Foto: Gopal Chitrakar/Reuters
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