La próxima reunión entre Medvedev y Obama tendrá lugar en la cumbre del G-20 y se espera que el escudo antimisiles que Estados Unidos planea colocar en Europa se incluya en la agenda.
Desde el principio, Rusia ha apostado por una iniciativa conjunta -o en su defecto, ninguna- pero dicha oferta era rechazada frontalmente por la administración Bush. Ya con Obama en el despacho oval, Biden abrió una puerta a la cooperación en su primer acto internacional con sus socios de la OTAN. Sí, reafirmaba la intención de Washington de seguir adelante con el proyecto, pero tendía la mano a Moscú para que también entrara en él.
Una carta posterior de Obama a Medvedev -aunque aun hay dudas de que realmente existiera dicha carta- relacionaba la cancelación del escudo de misiles si Rusia ayudaba a Estados Unidos en su lucha contra un Irán nuclear. También el propio desarme nuclear de ambos países entra en la agenda de los dos presidentes.
Mientras Moscú y Washington hablan de enterrar sus misiles, otras naciones deseosas de entrar en el club nuclear prueban los suyos. En Irán, a la preocupación por el lanzamiento de un satélite el mes pasado, se suman ahora las pruebas de un nuevo misil. La cuestión que trae de cabeza a los analistas es cuál. Corea, por su parte, también prueba sus misiles pese a lo que les advierta Clinton que pasará si continúan. El misil en pruebas, se calcula, podría alcanzar Australia.
No obstante Australia no debería preocuparse. Está amparada bajo la protección del paraguas nuclear de Estados Unidos y el Reino Unido, basado en los fiables misiles Trident... Lástima que los ingenieros americanos hayan olvidado cómo fabricarlos. Al parecer, con la mudanza se perdieron los planos de fabricación de los misiles Trident. El despiste supone un retraso en la fabricación de nuevas unidades -o actualización de las actuales de doce meses y 69 millones de dólares más.
Foto: Misil Trident. CNN
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