Como escopetas de feria

Estaba claro que Zelaya no iba a entrar en Honduras por las buenas. El avión del presidente depuesto, tuvo que cambiar su rumbo y aterrizar en El Salvador, después de que desde Tegucigalpa le negaran una pista. Bueno, no se la negaron, pero dijeron que dispararían si aterrizaba. Al estilo Pilatos, Micheletti se lavó las manos diciendo que no querían un ex presidente de la Republica muerto. Depuesto sí; muerto no, que queda feo. El Salvador ha sido, no obstante, una escala más de su viaje. La próxima es Washington.

Finalmente, la OEA expulsó a Honduras de la organización tras el golpe de Estado. Pero el apoyo que iban a darle los líderes latinoamericanos a Zelaya se quedó en algo menos enérgico. Viajaban con Zelaya a Honduras, pero en un avión distinto. Por si a los militares se les ocurría derribar el del presidente derrocado. Su avión también acabó en El Salvador.

Y a tenor de lo que ha pasado en las calles de Tegucigalpa, hicieron bien. Se nota cuándo los militares están nerviosos porque empiezan a aparecer los muertos. En Honduras ya hay uno, un chaval de 15 años. Aparte hay que sumar varias decenas de heridos y detenidos tras los enfrentamientos con los militares.

Honduras sin embargo no es Irán, y aquí no se está dando una revolución Twitter como ocurrió en Moldavia o con Mousavi. La calle grita, pero la red enmudece. Es cierto que sigue habiendo tweets sobre Honduras, pero incluso los iraníes siguen por delante de los hondureños. Mucho por aprender aun.

Y no es que no haya material para la oposición. El golpe de Estado tiene cada vez más características de las típicas asonadas latinoamericanas, incluyendo a la Iglesia posicionada a su favor. Incluso el nuevo presidente, Micheletti, es un candidato frustrado de las primarias.

Pero la respuesta de los hondureños es acorde con el golpe de Estado de los militares: igualmente malo. El motivo del golpe ya da una idea de cómo es el asunto. No es por un referéndum o por una reelección indefinida de Zelaya -eso es lo que quieren que creamos- sino por algo mucho más inocente; una consulta sobre una consulta. Es decir, preguntar sobre si se puede preguntar.

Además, la reforma sobre la que gira el enorme lío armado no tendría efecto sobre Zelaya. En 2010 él acaba mandato y entonces, como mucho, se habría empezado a hablar sobre cómo hablar. O a negociar las negociaciones. De nuevo, una prueba más del miedo de los militares.

Y eso que se les presupone el valor.



Photo: Orlando Sierra / AFP - Getty Images


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